Históricamente, la participación en los espacios materiales y virtuales de las mujeres y de diferentes grupos sociales ha sido limitada desde varios frentes por los grupos dominantes. Esto ha sido posible, entre otras causas, por el orden binario que estructura al mundo, clasificando a las personas, asignándoles roles y características que muchas veces no se condicen con sus identidades, capacidades e intereses.

Numerosa evidencia demuestra que la cultura de sesgos y la discriminación en torno al género condicionan las oportunidades de las personas y la generación de conocimiento, lo que afecta, por ejemplo, su trayectoria profesional y perpetúa nocivas brechas. En el caso de las mujeres -la mitad de la población mundial- esta realidad se extiende peligrosamente al mundo de la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+I), ámbitos clave para el presente y futuro del planeta. En él, la baja participación y liderazgo de las mujeres en los cargos académicos relevantes, su poca participación en la solicitud de patentes y en la obtención de financiamiento para la investigación, entre otros muchos aspectos, exponen una pronunciada desigualdad en los ecosistemas de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación (CTCI) del mundo.

En la misma línea, de acuerdo a la Radiografía de Género en Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación del Ministerio de Ciencia, la brecha de género se manifiesta en el bajo porcentaje de mujeres matriculadas en carreras de pregrado vinculadas a la tecnología (solo el 24% en el año 2020). También, en el desarrollo de la carrera académica donde se observa que sólo el 22% de los profesores titulares en universidades del CRUCH son mujeres. En el ámbito del emprendimiento, al 2019, solo el 20% de proyectos CORFO- INNOVA era liderado por mujeres, y si ponemos atención a la industria digital, sólo un 5% de mujeres participa en ella.

En los últimos años, esta tendencia ha comenzado a revertirse y es clave visibilizarlo, como se hará en Digitalizadas: Hackear lo binario, encuentro que es parte de Congreso Futuro 2022 y que dedicará toda una jornada a reflexionar sobre el cómo la tecnología habilita oportunidades y también desafíos de terminar con las brechas de género que aún persisten, porque es precisamente que, apropiándose de los espacios de las nuevas tecnologías y la ciencia, que las mujeres lograrán ampliar su empoderamiento en las distintas esferas de su vida.

El movimiento #METOO, el colectivo LAS TESIS, la rebelión del cuerpo y el #Bodypositive, por nombrar algunas causas son ejemplos de ello, donde la tecnología permitió entregar un mensaje potente sobre violencia, sesgos, estereotipos y otros, amplificando la voz de las mujeres con altos niveles de viralización, habilitándolas y apoyándolas en la urgencia de relevar sus causas y reivindicaciones. Al igual que en los últimos dos años, el proyecto colaborativo Nuestra Voz, que levantó la primera plataforma digital ciudadana para recolectar y encauzar las preocupaciones, principales demanda y emociones de las mujeres frente a los cambios que Chile requiere en el siglo XXI.

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