La cuestión podría haber quedado, simplemente, en que Neil Young se iba de Spotify. Un artista no está de acuerdo con otro contenido de la plataforma, en este caso el polémico podcast de Joe Rogan, que ha llegado a ser denunciado por la comunidad médica estadounidense como un peligroso propagador de desinformación sobre el COVID. Da a elegir a la plataforma «O yo, o Joe Rogan», y finalmente tiene que irse porque Spotify, entre otras cosas, ha pagado 100 millones de dólares por emitir en exclusiva los programas de Rogan.

Las primeras reacciones. Sin embargo, la respuesta popular y la repercusión económica ha sido inmediata, y no del todo beneficiosa para Spotify. Para empezar, algún que otro artista se ha unido a la postura de Young. Joni Mitchell, cantautora también canadiense, que ha afirmado en su web que «gente irresponsable está difundiendo mentiras que están costando la vida a la gente. Me solidarizo con Neil Young y con la comunidad científica y médica mundial en este asunto».

Otros artistas como Nils Lofgren, David Crosby o la viuda de Andy Gill, líder de Gang of Four y fallecido a causa del COVID, han mostrado su apoyo a Young.

La reacción de Spotify no se ha hecho esperar. La plataforma ha emitido un comunicado en el que reconoce que la empresa ha pecado de falta de transparencia a la hora de comunicar sus reglas y donde dice que quiere garantizar el acceso de los usuarios a información de la comunidad científica. Para ello agregará un “aviso de contenido” a cualquier episodio de podcasts en los que se aborde una discusión sobre coronavirus, con posible redirección a un centro de datos e información contrastada sobre la pandemia, en un «esfuerzo para combatir la desinformación», según su CEO, Daniel Ek. Es la primera y principal de varias medidas de moderación y advertencia sobre los contenidos, aunque ninguna especialmente radical.

El impacto en Spotify tampoco se ha hecho esperar. Los efectos negativos más directos han sido dos. Por una parte, una caída en bolsa espectacular de su valor de unos dos mil millones de dólares en apenas tres días. Las acciones cayeron un 6% entre el 26 y el 28 de enero. El jueves, estas tenían un precio de 171,32 dólares por acción, el más bajo en los últimos 19 meses. Con todo, no solo Neil Young tiene la culpa: su posición en bolsa lleva cayendo desde hace unos meses debido a un crecimiento menor de lo esperado.

El otro efecto negativo es más difícil de cuantificar. Se trata de cómo toda esta situación va a erosionar la popularidad de Spotify. Económicamente, es muy posible que la decisión no tenga demasiado impacto global. El New York Times, en su artículo titulado «Joe Rogan es demasiado grande como para que lo cancelen», decía que «la idea de que el Sr. Rogan de algún dolor de cabeza a los ejecutivos es irrisoria», tal es la importancia y el beneficio económico que Rogan proporciona a la compañía.

#DeleteSpotify. ¿Pero puede la avalancha de hashtags en redes sociales como #CancelSpotify, #DeleteSpotify o #ByeSpotify erosionar su imagen y acabar dando esos dolores de cabeza de todos modos? El prestigioso abogado Tristan Snell contaba en su cuenta de Twitter que Spotify, saturada de peticiones de baja del servicio, había dejado de tramitarlas. En principio se trataba de un tema de saturación, pero si seguían negándose a prestar ayuda se podía convertir en una cuestión denunciable.

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