Estamos, según los últimos rumores, a menos de tres semanas de ver los nuevos Apple Watch. Unos relojes que podrían marcar un antes y un después en el catálogo por varios motivos. Motivos como el tamaño, la evolución de los diferentes modelos y la posibilidad de que Apple decida seguir una aproximación más parecida a la que sigue con el iPhone. En todo caso, la gran expectación es palpable.
El año pasado todos dábamos por hecho que veríamos un rediseño de los Apple Watch Series 7 con bordes cuadrados y un lenguaje de diseño más similar al de los iPhone 12. Cambios que, al final, no vimos aparecer, lo que los pospuso, más o menos, para este año. Y es que este año estaríamos ante un Apple Watch Pro.
El primer Apple Watch con apellido Pro de cuantos hemos visto. Un Apple Watch que llegaría con mayor pantalla, puede que como parte del rediseño que acabamos de comentar, y también con un sensor de temperatura. ¿Y ese sensor de temperatura marcará la diferencia? Puede que, para algunos usuarios concretos, pero lo que marcará es el principio de la diferenciación entre los modelos Pro y los modelos de entrada.
Este es el gran cambio que esperamos este año y, en gran parte, motivo de la expectación que están generando los Apple Watch Series 8. Así, estaríamos ante un Apple Watch SE, que juega con sus propias reglas, un Apple Watch y un Apple Watch Pro para los que buscan la mayor resistencia y prestaciones. Mayores prestaciones, sobre todo, en cuanto a especialización, pues esperamos que todos los relojes hagan uso del mismo chip en su interior.
De confirmarse este cambio estaríamos ante un reenfoque importante del Apple Watch. De pasar de ser un elemento de moda en el que los materiales distinguían entre gamas, a un elemento mucho más enfocado en la salud —algo que ya llevamos tiempo viendo— en la que las capacidades son la distinción.