Aunque aún apenas ha terminado de implantarse la tecnología 5G en algunos lugares, muchos científicos ya tienen la vista puesta en la 6G. Se espera que esta sea mucho más rápida, pues no se usarían ondas de radio para transmitir la información, sino alguna alternativa como la comunicación con luz visible (VLC por sus siglas en inglés). El único problema de esta tecnología es que se perdería bastante energía residual, que podría usarse con otros fines. Para eso habría que buscar la forma de recuperarla, por lo que un equipo de científicos de la Universidad de Massachusetts Amherst ha propuesto algo de lo más curioso: usar a los propios seres humanos como antenas.

En realidad, su propuesta de tecnología 6G usaría a los seres humanos de muchas formas, tanto para la transmisión de la información, como para su recepción. Y también para el aprovechamiento de la energía residual. 

De momento se trata solo de una propuesta, pero ya han ganado con ella el Premio al Mejor Artículo de la Conferencia de la Asociación de Maquinaria Informática sobre Sistemas de Sensores en Red Embebidos. Dado que aún faltan bastantes años para que se comience a usar la tecnología 6G, todavía tienen tiempo para planear mejoras, pero lo cierto es que lo que ya han hecho es muy interesante.

La comunicación con luz visible transmite la información mediante luz en el rango de los 380 a los 700 nanómetros. Es decir, la luz que los seres humanos podemos ver.

Para ello, se utilizan generalmente bombillas LED que parpadean muy rápido, hasta un millón de veces por segundo. Esto lo convierte en lo que se conoce como un medio de transmisión ubicua, ya que se puede transmitir la información desde multitud de elementos de nuestro día a día que contengan luces LED, desde faros de vehículos hasta señales de tráfico iluminadas. Además, la recepción se puede realizar en cualquier dispositivo con cámara, como teléfonos inteligentes, tablets u ordenadores portátiles. Por lo tanto, seríamos los propios humanos, en nuestro día a día, los que facilitaríamos el movimiento de la información.

Estos científicos probaron a colocar su antena sobre superficies de madera, cartón, plástico o acero, variando también sus grosores. Los resultados fueron variables, pero muy mejorables. Por eso, pensaron en qué pasaría al colocarla en contacto con el cuerpo humano. Y cuál fue su sorpresa al comprobar que era la mejor forma de amplificar la capacidad de la bobina para captar las fugas de energía.

Esto les llevó a fabricar un brazalete, bautizado como Bracelet+, que se coloca en la parte superior del antebrazo. No obstante, creen que se podría adaptar para utilizarlo como anillo, cinturón, tobillera o colgante. A gusto del consumidor. De cualquier modo, su fabricación es muy económica (unos 50 centavos de dólar) y la recolección de energía era tan buena como para dirigirla a aplicaciones de teléfonos inteligentes. Por ejemplo, las que realizan monitorización de parámetros concernientes a la salud. 

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