A fines de 2020, la vida profesional de Timnit Gebru iba en pleno ascenso. Distinguida por la revista norteamericana Wired como una de las 25 personas más destacadas en él ámbito de la ciencia y tecnología, premiada en el sitio Venture Beat por su investigación del sesgo algorítmico y reconocimiento facial, la científica etíope de 38 años ejercía como codirectora del equipo de investigación “Inteligencia Artificial ética” de Google y promovía la visibilización de las distorsiones de la IA. “Los métodos actuales de recopilación y anotación de datos para el aprendizaje automático están plagados de sesgos capaces de causar daños en el mundo real”, mencionaba en un artículo escrito a principios de ese año.

Sin embargo, el cierre de 2020 le depararía una sorpresa desagradable. En un episodio confuso, Google la despidió. Mientras que los directivos Jeff Dean y Megan Kacholia afirmaron que ella se ofreció a dimitir, más de 1.200 empleados de la compañía y 1.500 investigadores condenaron en una carta el supuesto despido. “Yo no renuncié, solo pedí un cambio de condiciones. Me echaron y fue de la forma más irrespetuosa”, argumentó Gebru.

Oficina de Google en Berlin, Alemania. Foto: Reuters

La salida de Google no le impidió seguir promoviendo sus investigaciones. En el marco del tercer día de Congreso Futuro 2022, llegó con la exposición “De tal palo, tal astilla” y dejó varias reflexiones interesantes con respecto a la ética en inteligencia artificial. “Tenemos que empoderar a las personas que son capaces de advertirnos sobre los potenciales problemas que trae la tecnología antes de que estos se manifiesten. También debemos reducir el poder de las corporaciones multinacionales que manejan esas tecnologías”, explicó.

“Yo puedo hablar hoy aquí y mi carrera no fue destruida porque tuve mucho apoyo de mis colegas, de personas que se fueron de Google y otros trabajadores y denunciantes que actuaron en mi representación, muchos de ellos anónimos y trabajando en silencio. Por eso remarco la importancia de proteger a los trabajadores frente a las grandes empresas que manejan la tecnología”, agregó. Gebru citó el caso de Frances Haugen, el denunciante de Facebook que aseguró que el crecimiento es la máxima prioridad para la compañía, con las terribles consecuencias que eso conlleva.

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