El rápido avance de las tecnologías, la transición hacia fuentes de energía renovables y la creciente necesidad de un desarrollo sostenible están impulsando la demanda mundial de minerales y metales críticos. De hecho, se prevé que aumentará significativamente en los próximos cinco a diez años.
Con este escenario llegamos a agosto, el Mes de la Minería, industria a la que -por lo mencionado anteriormente- se le abren múltiples opciones de expansión. Con Chile como protagonista, dada la creciente necesidad de cobre y litio, entre otros, a continuación revisamos las coyunturas que promueven oportunidades nunca antes vistas para nuestro país, explicadas por Gavin Erasmus, Global Sector Head Mining Industrial Project de DHL Global Forwarding.
Autos eléctricos. Para dejar de depender del petróleo y de combustibles fósiles contaminantes, la adopción de estos vehículos se está acelerando. Para su fabricación y uso, se requieren cantidades sustanciales de litio, cobalto, níquel y otros materiales. Esto, principalmente para producir las baterías que permiten su funcionamiento.
Energías renovables. El cambio en la matriz energética demanda minerales críticos. Por ejemplo, las turbinas eólicas y los paneles solares requieren algunos componentes de las llamadas “tierras raras” (nombre común de 17 elementos químicos), cobre y aluminio, entre otros. Además, para almacenar esta energía, y así garantizar un suministro estable y confiable, se necesitan las baterías de iones de litio.
Ciudades inteligentes. La urbanización del futuro, principalmente en las economías emergentes, apunta a edificios tecnológicos y sistemas de transporte avanzados, los cuales requieren cantidades significativas de minerales y metales críticos. Por ejemplo, el cobre es esencial para el cableado eléctrico, la plomería y la infraestructura de las telecomunicaciones. A su vez, los elementos de “tierras raras” son fundamentales para la iluminación de alta eficiencia y la electrónica.
Respecto a los principales minerales y metales que posee nuestro país, las estimaciones de demanda son muy prometedoras. Se espera que la del cobre se incremente hasta en un 50% para el 2030, mientras que la del litio podría aumentar hasta 10 veces de acá a ese mismo año.
En relación al cobalto, se prevé que sus necesidades se duplicarán o hasta triplicarán para el fin de la década. Chile, explotando los relaves mineros que hay en su territorio, tiene el potencial para convertirse en el segundo productor mundial del conocido como “oro azul”.
Para satisfacer estas demandas, la industria tiene cuatro opciones: acrecentar la producción de las minas actuales, desarrollar nuevas, implementar tecnologías de minería y extracción más eficientes, o mejorar los procesos de reciclaje para recuperar productos usados.
“Si bien las dos últimas alternativas pueden contribuir, son las dos primeras las que marcarán realmente la diferencia, por lo que se debe seguir empujando la flexibilización de la permisología chilena, para no desperdiciar estas oportunidades históricas que se están presentando”, advierte Gavin Erasmus.
La apuesta clave: de un país “extractor” a “productor con valor agregado”
Las oportunidades para Chile no se presentan únicamente en el rubro de la extracción y exportación, sino también en el ámbito del desarrollo tecnológico. El país ya está en condiciones de poder darles valor agregado a las materias primas relacionadas con la minería que hay en el territorio, más que solamente venderlas al extranjero.
Alberto Oltra, CEO de DHL Global Forwarding en Sudamérica, ejemplifica respecto al rol proactivo que debiese tener la industria minera nacional. “Dos de los grandes elementos que tiene Chile hoy son indispensables para la modernidad. Yo no creo que podamos hacer teléfonos, no se va a instalar una empresa acá sólo por el hecho de que haya litio, pero nosotros hemos importado cables de cobre desde España y eso es lamentable. Cómo puede ser que los importemos, siendo los mayores exportadores de ‘crudo’, y que no se pueda agregar ese valor aquí”, advierte.
De acuerdo a un ranking de Visual Capitalist, 7 de las 20 minas de cobre más grandes del mundo están en Chile. A su vez, el 90% de las exportaciones mineras corresponden a este metal, según cifras del Banco Central.
Sus usos a nivel mundial son variados. Un estudio de Wood Mackenzie, IWCC e ICA estableció que un 28% se utiliza para la construcción, un 16% para la infraestructura, un 13% para el transporte, un 12% para la maquinaria y un 31% para otros equipos, como monedas y aparatos electrónicos.
El experto profundiza sobre esta oportunidad histórica que abre el mercado. “Chile debe empezar a pensar en que ya es un polo de inversión atractivo como para hacer algo más con ese mineral. El precio va a seguir subiendo y vale la pena aprovechar este momento, para demostrar que se puede hacer algo más que ser un país ‘extractor'”, concluye.