Habitualmente un reactor nuclear funciona como media durante dieciocho meses sin detenerse, aunque este periodo de actividad ininterrumpida varía si comparamos unas centrales nucleares con otras. Los reactores de las plantas de Almaraz, Ascó y Vandellós deben afrontar una recarga de combustible cada dieciocho meses, pero el de Trillo se recarga cada doce meses, y el de Cofrentes cada veinticuatro meses.

Durante una parada de recarga no se reemplaza todo el combustible del reactor; únicamente se sustituye un tercio de los elementos combustibles, que es, precisamente, la porción que ha sufrido una mayor degradación. Además, durante este proceso también se llevan a cabo operaciones de mantenimiento, modificaciones de diseño y actualizaciones de acuerdo con unos procedimientos minuciosamente establecidos que son coordinados desde la sala de control por los operadores y los supervisores.

Lo sorprendente es que cuando se retira una parte de las barras de combustible del núcleo del reactor tan solo se ha utilizado aproximadamente el 5% de la energía que contienen. El 95% del uranio enriquecido mantiene sus propiedades originales, y, además, estos elementos combustibles contienen un 1% de plutonio que se ha generado como resultado de las reacciones de fisión a las que se ha visto sometido el combustible.

El combustible MOX nos permite reducir el volumen de residuos radiactivos

Afortunadamente las barras de combustible que se retiran del núcleo del reactor una vez que han completado tres ciclos de operación pueden procesarse para aprovechar una parte de la energía remanente que aún contienen. El procedimiento de reciclado de los elementos combustibles persigue reutilizar el uranio enriquecido remanente y el plutonio que se ha generado para continuar extrayendo energía, aunque no todos los reactores nucleares en operación están diseñados para trabajar con este combustible.

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