Por Cristóbal Vergara, Chief Business Officer de SAP Región Sur de Latinoamérica
La revolución tecnológica está aquí, y con ella, una herramienta clave está transformando la manera en que operamos: la inteligencia artificial (IA). No es solo una tendencia pasajera, es una realidad que ha comenzado a remodelar las bases de las empresas a nivel mundial, y Chile no es la excepción. La reciente encuesta que presentamos en SAP Now Chile 2024 reveló que ocho de cada diez empresas en el país ya están considerando aumentar su inversión en IA. Esto habla de una clara intención por parte del mundo empresarial de integrar esta tecnología a sus procesos, pero también nos plantea preguntas críticas: ¿Estamos realmente preparados para adoptarla de manera efectiva?
Chile ha mostrado madurez en la adopción de tecnología en los últimos años, y es un líder en América Latina en varios aspectos. Sin embargo, cuando nos comparamos con países de la OCDE, aún enfrentamos una brecha considerable, sobre todo en términos de inversión. Mientras que países desarrollados invierten entre un 8% y un 10% de su producto en tecnología, Chile apenas alcanza el 5%. Esta diferencia es significativa y refleja un desafío que debemos enfrentar con urgencia si queremos mantenernos competitivos en un entorno global.
Pero más allá de la inversión, el verdadero desafío está en la acción. La IA ofrece posibilidades inmensas, desde la automatización de procesos hasta la personalización del servicio al cliente. Sin embargo, como líderes empresariales, debemos tener claras nuestras prioridades. La tecnología por sí sola no resolverá nuestros problemas. Si no sabemos qué queremos resolver, corremos el riesgo de realizar inversiones tecnológicas sin un retorno real. Este fenómeno lo hemos visto en diversas industrias: una implementación de IA sin una visión clara puede resultar en lo que algunos llaman “pilotitis”, una serie de proyectos piloto que nunca se transforman en una solución a gran escala.
Es fundamental que los directores y líderes empresariales entiendan que la IA no es una solución mágica. Al contrario, es una herramienta poderosa que, bien utilizada, puede transformar industrias enteras. El primer paso es identificar los desafíos clave de la empresa, definir las prioridades y luego aplicar la tecnología adecuada. En este sentido, las áreas de mayor impacto en Chile han sido la atención al cliente, los recursos humanos y el análisis de datos. Es en estos sectores donde la IA está generando los mayores cambios, mejorando la eficiencia operativa y optimizando la toma de decisiones.
Otro punto clave es la colaboración. Ninguna empresa puede enfrentar estos desafíos sola. Es vital crear ecosistemas donde compañías, consultoras y expertos trabajen juntos para maximizar el potencial de la IA. En SAP, hemos visto cómo la colaboración con nuestros clientes ha permitido acelerar la adopción de tecnología, impulsando proyectos que, de otra manera, hubieran demorado años en materializarse.
Finalmente, un aspecto que no podemos ignorar es el impacto de la IA en el talento humano. Las empresas chilenas deben estar preparadas para enfrentar una transformación en la manera en que reclutan, desarrollan y gestionan su talento. La IA puede ayudar a eliminar sesgos en los procesos de contratación, garantizando que los perfiles seleccionados respondan realmente a las necesidades del negocio y no a prejuicios inconscientes. Asimismo, esta tecnología puede optimizar la gestión del ciclo de vida del empleado, desde el reclutamiento hasta el desarrollo de su carrera.
La IA es una oportunidad inigualable, pero sólo será efectiva si la aplicamos con un propósito claro. Como líderes empresariales, tenemos la responsabilidad de definir nuestras prioridades, usar las herramientas adecuadas y no perder de vista que el verdadero valor está en la ejecución. Chile tiene el potencial para liderar esta revolución en América Latina, pero para ello, debemos cerrar la brecha de inversión y conocimiento, y estar dispuestos a dar el salto hacia la acción. La inteligencia artificial no es el futuro, es el presente. Y depende de nosotros aprovecharla al máximo.